La balanza tiende a inclinarse en exceso hacia un lado u otro, somos seres variables, arrastrados casi siempre por nuestras emociones y deseos, pero sin tomar conciencia de las capacidades o limitaciones de nuestra subjetiva percepción de la realidad. Descubrimos que en el camino del medio está nuestra felicidad: entre nuestros deseos y las limitaciones, lo que podemos y lo que debemos hacer, nuestros sueños y la realidad, las carencias y los excesos, amar y ser amado, etc. Y es en esta búsqueda del equilibrio donde integramos todos los aspectos de nuestra existencia, siendo la vía más centrada donde encontraremos una mayor calidad de vida, con armonía emocional.

La cultura de la prevención nos llega de Oriente: la medicina preventiva, una buena alimentación o el ejercicio diario son elementos que nos mantienen sanos y evitan las enfermedades; en Occidente se ha avanzado increíblemente en la medicina sintomática, cuando ya existe la dolencia. Si unimos ambas culturas, obtendremos un fabuloso compendio de técnicas y conocimientos para el beneficio global.

Nosotros apostamos por el acercamiento entre Oriente y Occidente, en cuanto al desarrollo físico y emocional, el yoga, la cultura del masaje como prevención, y otras técnicas occidentales influidas por técnicas orientales nos ayudan a ensamblar lo mejor de cada cultura. De esta forma no solo nos beneficiamos de lo que nos dan estas valiosísimas culturas , sino que aprendemos a adaptarlas a nuestra forma de percibir y de sentir, pudiendo aplicar su filosofía a cualquier ejercicio, deporte, actividad laboral, actos cotidianos, etc. Esa búsqueda del equilibrio entre el misticismo y lo práctico es la de nuestro propio reencuentro. Los orientales llevan años mirando hacia Occidente, aprendiendo de nuestros avances, aplicándolos junto con sus técnicas para enriquecerse y ser más efectivos, como podemos verlo en los hospitales de China o Japón. No por ello dejan de lado sus propios recursos, que llevan siglos utilizando, como la acupuntura o la fitoterapia.

En Occidente vamos integrando poco a poco algunas de sus técnicas, pero aún nos queda mucho y tenemos demasiados prejuicios e inseguridades. Vemos, por ejemplo, cómo se ha aumentado el consumo de alimentos como la soja, por sus grandes beneficios, así como otras muchas cosas que irán transformándose en algo habitual. Muchas personas ya hacen yoga, tai chi o meditación, reciben masajes, hacen danza oriental, africana, etc. En esta búsqueda de lo antiguo, también de nuestra propia cultura, reconocemos lo auténtico, retornamos a valores culturales propios, algunos casi perdidos, y lo adaptamos al presente para avanzar y evolucionar.

Estar abiertos para aprender otras culturas y compartir la nuestra es ciertamente lo que este siglo XXI nos trae: ciudades multiculturales, donde se mezclan y entrelazan deferentes modos y formas de vida. Esto es un enriquecimiento en todos los aspectos, ya sea en lo cultural, lo filosófico o lo humano. Aprendiendo unos de otros para crear una nueva sociedad plural, más abierta, más plena y más humana.

Cuando hablamos en estos términos de Oriente, nos referimos también a otras culturas además de la oriental, como la africana, árabe, de Oriente Medio o indígena, que guardan las raíces de la esencia del ser humano libre, más en armonía con su propia esencia y la naturaleza. El hombre occidental ha perdido algo en el camino del progreso y la modernización, y es esa unión del propio individuo con su interior y la conexión con el entorno, la naturaleza y sus estaciones, los ciclos y la relación con los animales y con los demás de una forma armónica y respetuosa lo que nos aporta felicidad y bienestar.

Si solo hacemos gimnasia por el mero hecho de que los demás nos vean atractivos, o por descargar el estrés sin ningún control de cómo lo hacemos, nos estamos perdiendo en el camino. Está claro que verse bien por fuera y sentirse a gusto con el cuerpo es importante y nos da seguridad y satisfacción, pero no por ello debemos dedicarle el cien por cien de nuestra energía.

Sentirse a gusto con uno mismo es primordial para una buena salud mental y emocional, está muy bien y es lícito y beneficioso dedicarle un tiempo a nuestra apariencia externa, ya sea con ejercicio o con vestir de modo que nos sintamos <<más guapos>>, pero hemos de dedicarle el mismo esfuerzo a estar guapos por dentro: cuidar nuestra salud y nuestro equilibrio emocional, así como cultivar la mente, que primen la armonía y el bienestar interior

 

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